Un lobo hambriento y que habla de una forma rarísima espera en el bosque a que aparezca un delicioso bocado. Con tan mala suerte que se topa con un par de conejitos listos que le quitarán un pelo que tiene en la lengua y, sobre todo; ¡las ganas de comer carne!
Ponemos a congelar, en una cubitera, agua con palos de polo. Cuando el agua se haya congelado, dibujamos trazos con los cubitos de hielo en una bandeja con sal.
Pintamos esta imagen, la colocamos dentro de una funda de plástico transparente e introducimos trocitos de papel blanco y azul y copos de nieve. Soplamos con una pajita.
Escuchamos y vemos esta historia con la música de Saint Saens. Volvemos a escuchar la historia, pero ahora nos vamos convirtiendo en los distintos animales que aparecen y nos movemos siguiendo el ritmo de la música. ¡Que llega el carnaval!